Hoy en día, el logro de los objetivos de desarrollo nacional e internacional requiere políticas que integren los bosques en los esfuerzos de desarrollo rural y que equilibren las necesidades económicas y ambientales entre los intereses nacionales, locales e internacionales.
Los bosques no deben verse como un espacio separado en las planificaciones, y con escaso o nulo interés político como función económica (bienes de producción, bienes ambientales, alimentos, combustibles, medicamentos, materiales de construcción y materias primas para procesamiento industrial, secuestro de carbono).
Los bosques afectan y se ven afectados por las preocupaciones locales, nacionales e internacionales. Por tanto, las estrategias de desarrollo deben reconocer que las condiciones de los bosques están influenciadas por patrones de desarrollo, modeladas y formadas por usos competitivos.
Además, son ecosistemas complejos capaces de proporcionar una amplia gama de beneficios económicos, sociales y ambientales. Los bosques brindan productos y servicios que contribuyen directamente al bienestar de las personas de todo el mundo y son vitales nuestra economía y nuestro medio ambiente.
Debido a esta importancia, desde el año 1995 y cada dos años, la FAO publica “Los Estados de los Bosques en el Mundo” con el objetivo de hacer un seguimiento de su estado para su preservación y puesta en valor por la sociedad.
En este año 2022, el informe analiza los espacios forestales de manera sostenible y productiva mediante la creación de cadenas de valor; con el fin de superar la crisis que nos ha llevado la pandemia y el cambio climático. Entendemos también, que este objetivo es extensible a la actual situación bélica.
Por ejemplo, como anuncia el informe:
- detener la deforestación evitaría la emisión de 3,6 ± 2 Gigatoneladas de equivalente de CO2 entre el 2020 y 2050;
- restaurar los espacios degradados – aumentando la cubierta arbórea -, podría impulsar la productividad agrícola en 1.000 millones de hectáreas;
- Crear cadenas de valor verdes que podría responder a la demanda futura de materias primas.
Es más, según la publicación, más de la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) mundial (84,4 billones de dólares estadounidenses en 2020), depende de los servicios ecosistémicos proveniente de los bosques. Asimismo, el 1 % de los empleos (unas 33 millones de personas) trabajan en este sector.
¿Qué es una cadena de valor?
Las cadenas de valor (en este caso en de bosques, árboles y agrosilvicultura)hacen referencia a toda la gama de actividades involucradas en llevar un producto maderable o no maderable de un bosque o agro-bosque al consumidor final.
Por ejemplo, Trejo Téllez y colaboradores, en el año 2011 publicaron un análisis de la cadena de valor del queso manchego en Cuenca (España); dónde identificaron a los distintos agentes que participaban en la cadena de valor de este producto (actividades de producción, industrialización, comercialización y consumo); desarrollando una estrategia para la mejora de dicha cadena de valor. Enlace de la investigación.
Pasos hacia la recuperación verde de los bosques
La FAO nos ofrece tres formas – relacionadas entre sí – que permitiría a la recuperación de estos espacios y al fomento de economías sostenibles:
1. Detener la deforestación y conservar sus servicios ecosistémicos
Por motivos obvios, ya que se evitaría las emisiones directas de Gases de Efectos Invernadero y la pérdida de biomasa, se trata de una de las medidas más eficaces en función de los costos para mitigar el cambio climático.
2. Restaurar los bosques y paisajes, e impulsar la agroforistería como medio de diversificación
De los 2.200 millones de hectáreas degradadas en todo el mundo, 1.500 millones se podrían restaurar mediante la combinación de bosques y espacios agrícolas (mosaico). Y otras 1.000 millones de hectáreas afectadas por el cambio de uso de forestal a agrícola se podrían beneficiar de de la plantación de especies arbóreas para aumentar la productividad agrícola y la prestación de servicios ecosistémicos.
Se prevé que la restauración de 350 millones de hectáreas degradadas podría proporcionar rendimientos natos entre 0,7 y 9 billones de hectáreas; entre otros beneficios ecosistémicos y socio-económicos que puedes consultar en el informe.
3. Fomentar la utilización sostenible de los bosques y la creación de cadenas de valor para la futura demanda de materias primas
Ante las expectativas del aumento de demanda mundial de los recursos naturales (de 92.000 millones de toneladas en 2017 a 190.000 millones de toneladas en 2060) se hace necesario restaurar de forma imperiosa los espacios forestales degradados. Además, y de cara a la mitigación del cambio climático, las investigaciones apuntan a que por cada kilogramo de producto maderero utilizado en construcción se evitan en torno a 0,9 Kg de emisiones de carbono.
Se debe comenzar por las comunidades locales
Es interesante que el documento aborde que la estrategia para el cambio debe comenzar desde el agricultor y las comunidades locales. De hecho, son los que tienden a invertir a más largo plazo en sus tierras y bosques. Y su participación puede facilitar la aplicación de los pasos hacia la recuperación de los bosques.