A estas alturas casi todo el mundo conoce la noticia sobre informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de 2021, publicado durante la semana pasada.
Se trata de una investigación elaborada por 234 científicos (28 % mujeres) de 65 países quienes han evaluado más de 14.000 mil proyectos de investigación sobre Cambio Climático.
Y las conclusiones de este minucioso trabajo no deja duda alguna de que somos los responsables del aumento del calentamiento de las atmósfera, océanos y tierras. Es más, los cambios recientes en el clima son generalizados, rápidos y cada vez más intensos; sin precedentes en miles de años.
Lo cierto que los datos son bastante alarmantes. Los efectos negativos que nos afectan debido a la mala gestión de los recursos desde la Revolución Industrial, y – lo peor de todo es que, a pesar de conocer los daños que causábamos, hemos seguido con las mismas estratégicas.
Por ejemplo, las concentraciones han continuado aumentando alcanzando una media anual de 410 ppm de CO2; 1866 ppb de metano (CH4) y 223 ppb de óxido de nitrato (N2O)[1].
La concentración de CO2 es la más alta en los últimos 2 millones de años, así como los valores de metano y óxido nitroso que muestran valores atípicos en los últimos 800 mil años. El aumento del nivel del mar es evidente, con un ritmo más rápido en al menos 3000 años; y una disminución del hielo marino en el Ártico más bajo en los últimos 1000 años donde se pueden apreciar otros cambios como una disminución del 40 % desde el año 1979.
El documento demuestra cómo durante las últimas décadas, el calentamiento ha ido creciendo de forma progresiva. Para que nos hagamos una idea, el período 2001 – 2020 el aumento fue de 0.99 ºC con respecto al período 1850 – 1900.
Otros fenómenos que han sufrido cambios sin precedentes son el aumento de calor extremo, las lluvias torrenciales, los períodos de sequía (especialmente en el continente africano y en la cuenca del mediterráneo), los incendios forestales, y el estado de los océanos (calentamiento, cambios en la acidificación, reducción de oxígeno y pérdida de biodiversidad); todos ellos más frecuentes y más extremos.
Y el caso que debemos contemplar es que las emisiones futuras provocarían un calentamiento adicional; es decir que los impactos serían más graves. Por ejemplo, los eventos extremos de lluvia se intensifican aproximadamente un 7 % por cada grado adicional de calentamiento global.
Y efectivamente es global, porque el cambio climático está afectando a todas las regiones del planeta. Como muestra en la figura 1– donde se representan las regiones de la Tierra con 45 hexágonos, – con respecto a los valores extremos cálidos (días con más calor en 1 año desde el año 1950) notamos que no hay ninguna región donde se muestren valores negativos (celeste), pero sí 41 regiones con aumento de los extremos cálidos.
La figura 2, muestra los extremos de precipitación diaria (desde 1950) se muestra que 19 de 45 regiones del globo muestra un extremo de precipitación diaria (verde) y ninguno de ellas muestra una disminución (beige). No obstante, se muestran regiones en que esos cambios no son muy claros (gris) por no tener una tenencia consistente o no se han encontrado datos estadísticos significativos para valorarla de forma objetiva.
La figura 3 muestra la distribución de las sequías agrícolas y ecológicas (donde la humedad del suelo ha estado por debajo de lo normal), donde se muestra 12 regiones con un aumento de la sequía localizadas en la región mediterránea, África occidental y noreste de Sudamérica.
[1] Datos de año 2019