Actualmente, nos encontramos en medio de una nueva revolución tecnológica, caracterizada por la rápida comercialización de productos que entran y salen del mercado con gran velocidad. Y este fenómeno ocurre muchas veces sin un análisis previo adecuado de las posibles repercusiones sociales, ambientales y sanitarias que estos productos pueden acarrear.
Dentro de esos productos, encontramos especialmente en uno que con mayor frecuencia ha conquistado los países de nuestros entornos: el césped artificial.
Utilizado tanto en campos deportivos como en espacios recreativos urbanos, el césped artificial se presenta como una alternativa práctica al césped natural debido a su menor necesidad de mantenimiento y su resistencia a diversas condiciones climáticas.
Sin embargo, a pesar de sus beneficios aparentes, el césped artificial también plantea preguntas significativas relacionadas con su impacto en la salud y el medio ambiente. Entre las preocupaciones más discutidas se encuentran la exposición a productos químicos potencialmente nocivos liberados por los materiales sintéticos utilizados en su fabricación, como los metales pesados y otros agentes contaminantes que pueden ser particularmente peligrosos para los niños que juegan frecuentemente en estas superficies.
El objetivo de este artículo es ayudar a toda la comunidad, especialmente a las familias y agentes sociales, a entender los posibles riesgos asociados con el uso de césped artificial, con la esperanza de fomentar una mayor conciencia sobre cómo estas superficies pueden impactar tanto la salud como el medio ambiente. Además, se propone impulsar un diálogo continuo entre fabricantes, reguladores y consumidores, buscamos promover mejoras en las prácticas de fabricación y políticas de seguridad, mejorando así la sostenibilidad y la seguridad de estas superficies que son tan comunes en nuestros entornos urbanos y deportivos.
Introducción
Las primeras superficies de césped artificial para niños, se comercializó en la Estados Unidos de 1964 bajo el nombre de Chemgrass. Esta innovación fue posible gracias a la colaboración entre la Fundación Ford y Monsanto Industries, quienes buscaban crear una superficie alternativa para que los niños pudieran practicar deportes, especialmente en ciudades donde el espacio para jugar al aire libre era limitado.
Sin embargo, no fue hasta el año 2004 que la FIFA comenzó a reconocer el césped artificial como una superficie válida para sus competiciones oficiales. Y es en ese momento, se introdujo el ‘Concepto de Calidad de la FIFA‘, que establece una serie de pruebas rigurosas que los campos de césped artificial deben superar. Estas pruebas evalúan diversas propiedades del césped para asegurar no solo la «seguridad de los jugadores» (por ejemplo, por abrasiones en la piel) sino también la calidad técnica del juego.
Somos testigos que en los últimos diez o quince años, ha habido un aumento masivo en el número de campos deportivos (fútbol, rugby, hockey, etc.) de césped artificial, en parte debido al desarrollo de estas superficies. En España, los campos de césped natural eran más comunes entre 1960 y 1990 pero debido a problemas de gestión y mantenimiento, debido a que los de césped natural requieren más riego y – por tanto, mayor coste los clubes más pequeños recurrieron a los campos de tierra.
Y es a finales de la década de 1990, cuando se desarrolló el césped artificial de tercera generación, fabricado con polietileno (PE), que redujo la abrasión de la piel y se comportó más como césped natural de alta calidad. Este tipo de césped artificial se convirtió en un estándar para el desarrollo del fútbol en todo el mundo.
Y aunque el césped artificial es prácticamente indistinguible del césped natural – cuando se ve desde la distancia -, sí que presenta diferencias significativas.
Descubriendo el césped artificial
Como acabamos de ver, el césped artificial ha revolucionado el diseño de espacios deportivos y recreativos desde su introducción. Desarrollado inicialmente como una solución práctica para áreas donde el césped natural no prosperaría, ha evolucionado significativamente a lo largo de varias generaciones. Cada generación ha mejorado en materiales y tecnología, adaptándose a las necesidades específicas de rendimiento y seguridad, como veremos a continuación:
Primera Generación:
- Fibras: Utilizaba fibras de nailon, conocidas por su durabilidad, pero criticadas por su dureza y falta de similitud con el césped natural.
- Relleno y soporte: No se usaban materiales de relleno avanzados; el soporte era básico y enfocado principalmente en mantener las fibras erguidas sin mucha consideración por la absorción de impactos o la comodidad.
Segunda Generación:
- Fibras: Introducción de polietileno (PE) y polipropileno (PP), que son más suaves al tacto y ofrecen una apariencia más parecida al césped natural.
- Relleno y soporte: Se comenzó a usar arena como relleno para ayudar a mantener las fibras en posición vertical y proporcionar algo de amortiguación. El soporte seguía siendo una combinación de materiales sintéticos que ayudaban a mejorar la estabilidad de las fibras.
Tercera Generación:
- Fibras: Se utilizan fibras más largas (40-65 mm) de polietileno, polipropileno o poliamida para una apariencia y sensación más naturales. Estas fibras son a menudo monofilamentos o fibriladas.
- Material de soporte: Uso de poliuretano o látex para fijar las fibras de manera más robusta, proporcionando una base más duradera y resistente.
- Relleno: Incorporación de caucho granulado de neumáticos reciclados (SBRr), caucho EPDM o elastómeros termoplásticos (TPE). Estos materiales no solo ofrecen elasticidad, sino que también absorben mejor los impactos, protegiendo a los usuarios de lesiones.
No todos son bondades
El uso extendido del césped artificial ha generado preocupaciones crecientes en la comunidad científica y en los usuarios informados, sobre sus impactos en la salud, destacando la necesidad de una evaluación minuciosa de los materiales utilizados en su fabricación. Estas preocupaciones se clasifican en varias categorías, según los efectos potenciales en la salud:
- Riesgos de cáncer:
- Se ha encontrado que el césped artificial contiene sustancias que son carcinógenos conocidos o sospechosos. Entre ellos, los hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAHs)[1] como el benzo(a)pireno, han demostrado ser bio-accesibles y se asocian con riesgos carcinogénicos. Además, el benzotiazol, identificado como posible carcinógeno, y el 2-mercaptobenzotiazol, han sido relacionados con cáncer de vejiga en humanos. Asimismo, los Compuestos Orgánicos Volátiles (VOCs), emitidos por el césped artificial, estos compuestos varían en concentración dependiendo de factores como la temperatura y la exposición solar, han mostrado riesgos de cáncer en ciertos grupos de edad debido a la inhalación.
- Riesgos no cancerígenos:
- El césped artificial también presenta riesgos no cancerígenos, especialmente debido a la presencia de metales pesados como plomo, cadmio, cobalto y zinc. Estos metales pueden afectar negativamente el desarrollo neurológico y otros órganos. Además, algunos aditivos de caucho pueden afectar el sistema endocrino.
- Reacciones alérgicas:
- Existe un nivel moderado de preocupación por las reacciones alérgicas al césped artificial, especialmente a compuestos como el benzotiazol y ciertos aminos. Además, hay preocupaciones sobre alérgenos de látex, particularmente en polvo de campos de césped artificial que utilizan relleno basado en neumáticos de automóvil reciclados.
- Lesiones por abrasión e intoxicaciones sinérgicas:
- La naturaleza abrasiva de algunos productos de césped artificial puede aumentar el riesgo de lesiones por abrasión. Además, la exposición simultánea a múltiples sustancias químicas puede resultar en toxicidad sinérgica, afectando más severamente la salud.
- Estrés por calor:
- Las altas temperaturas superficiales de los campos sintéticos pueden provocar estrés térmico y quemaduras en los usuarios, agregando otra dimensión de riesgo a considerar. Mientras que la superficie del césped artificial puede llegar hasta los 73.8°C, el césped natural generalmente no supera los 37.3°C. por si composición. Además, la temperatura del aire justo sobre el césped artificial puede ser hasta 6.5°C más alta que sobre el natural.
Las evaluaciones de riesgo de salud humana (HHRAs) utilizan un modelo adaptado de la EPA de EE. UU. para determinar los riesgos de cáncer y no cáncer. Sin embargo, la validez de estos modelos a veces se cuestiona debido a suposiciones conservadoras que podrían sobreestimar los riesgos. Además, muchos estudios presentan limitaciones metodológicas, incluyendo supuestos conservadores y falta de datos de exposición humana a largo plazo, lo que dificulta una comprensión completa de los riesgos asociados.
Conclusión
El desarrollo y uso extendido del césped artificial ha demostrado ser una solución práctica para espacios deportivos y recreativos en zonas urbanas, pero también ha levantado preocupaciones significativas relacionadas con la salud y el medio ambiente. A medida que se han identificado posibles riesgos asociados con sus materiales, como carcinógenos y metales pesados, la necesidad de continuar investigando y mejorar los productos es evidente.
En este contexto, empresas como EVENOR-TECH pueden desempeñar un papel crucial al liderar la innovación y el desarrollo de tecnologías avanzadas para el análisis y tratamiento de datos. Con una base sólida en tecnologías de la información y la gestión de datos ambientales, EVENOR-TECH está en una posición única para contribuir a la investigación continua sobre los impactos del césped artificial. Al aplicar su expertise en sensores remotos y análisis de datos, EVENOR-TECH podría desarrollar soluciones que monitoreen y evalúen las condiciones del césped en tiempo real, proporcionando datos vitales que podrían ayudar a mitigar los riesgos identificados.
Las conclusiones apuntan hacia la necesidad de una colaboración interdisciplinaria y el desarrollo de nuevas tecnologías que aseguren que los beneficios del césped artificial no se vean oscurecidos por sus posibles riesgos para la salud y el ambiente. La investigación debe continuar, y entidades como EVENOR-TECH están bien posicionadas para liderar este avance, asegurando que la evolución del césped artificial se alinee con los estándares de seguridad y sustentabilidad más rigurosos.
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[1] Se han detectado en concentraciones que superan los límites recomendados por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA).
La clave es que es barato de mantener… Lo demás… Alvero…